Propios

¿Qué queda?

[Buena suerte. d A.L]

¿Qué se hace más largo?
¿Esa tarde de espera o toda una vida?

Una tarde de aguante
sin dinero
con el sueño a cuestas
cerrando los ojos
las manos apoyadas
las manos soportando la vida
los pies se balancean
y el hambre
el hambre
¡El hambre!
Ir de aquí para allá en una ciudad ajena
siempre a los mismos lugares
de blancura enfermiza
de espera inacabable
con voces indolentes
que surgen de gargantas metálicas
y evocan guiones de memoria
voces fastidiadas que no comprenden el dolor
¿Qué queda?
La espera en una tarde tranquila
la espera fastidiosa en una tarde de hambre
¿Cómo dormir en una banca de parque de una ciudad ajena?
La cabeza se balancea sobre el cuello cansado
los ojos ceden a la negrura
las manos sostienen
las manos cansadas se aferran al concreto
el mundo pasa despacio
sin sigilo
sólo transcurre
y en la memoria
las filas, las horas, los días
los recados
la fatiga la fatiga
¿Y qué queda?
Resignación
el fruto de la paciencia, aprendida con los años
el yugo que se aferra al alma con cada decepción
una caricia dolorosa al orgullo
Y entonces la tarde se hace corta
aguardar una hora incierta en soledad, en ayuno
no es tanto
la voluntad encoge el tiempo y lo vuelve exhalación
la ansiedad no asoma
Queda la fortaleza
las cicatrices del dolor
los recuerdos de las batallas perdidas
la ilusión de la Victoria

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mi compañera

Eres mi compañera, la que elijo siempre con amor
eres la que me quita la cordura
cuando te alejas, para mí es pura tortura
y al volver tú, llega contigo mi razón

El camino es largo al viajar solo
la estadía tediosa estando solo
Se me inunda el alma de amagura
al saberme extinto en tu corazón

Soy el compañero que elegiste
soy el que andará a tu lado este camino
seré tu apoyo y guía cuando me necesites
Te confieso: Espero no alcanzar nuestro destino

Deseo seguir viajando contigo
entre alegrías, tristezas, mundos reales o inventados
Y cuando tengas frío darte abrigo
o cuando tu corazón tenga calor ser yo el testigo
de su maravillosa desnudez arcana
y aprovechar y alimentarme del amor que emana
y cubrirlo luego con el mío
así este amor será tuyo y mío
por siempre, hasta que nos venga en gana
hasta que estemos acabados

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náufrago

Abro los ojos en la hora en que la mayoría de los que ambicionan con algo
se alistan para alcanzar sus sueños de a poco
de a día
me revuelco en la cama y escucho los primeros vehículos rugir
escucho las carretas sobre un asfalto que les niega tranquilidad
busco el sueño, pasmado como quien tiene demasiadas preocupaciones
o como el que ya no tiene ninguna y espera su turno
Sin notarlo, caigo
las carretas, la gente, avanzan.

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Ajeno

…mi abuelo y mi padre llevaron el trabuco con la esperanza de cazar milanos, y el que se acuesta conmigo

(pero que no me ha visto desnuda, Ana)

se quedó mirándolos apoyado en un tronco de acacia, callado e insignificante como siempre, tan callado como yo en mi cuarto a lo largo de los días, tan callado como yo, encerrada entre el perfume de flores de la diabetes, apoyado en la acacia sonándose, mirándome y olfateando la brisa, y de repente me di cuenta de que se iba, me di cuenta de que ya no se quedaría conmigo en la vivienda de la Quinta do Jacinto machacada por el traqueteo de los trenes, me di cuenta de que ya no me hablaría, durante la noche, de episodios antiguos en una casa que había dejado de existir, donde un aria de ópera bajaba del desván como la lluvia meona de octubre, quise llamarlo por su nombre, quise decirle Espera, mi tía buscaba su propia sangre en las dunas, los pinos ceceaban al viento, el que se acuesta conmigo abandonó el tronco de acacia y corrió unos pasos agitando las mangas hacia arriba y hacia abajo,

(Qué se habrá hecho del Señor Jorge en Tavira, qué se habrá hecho del Señor Fernando, y de Doña Anita, y de Doña María Teresa, y de la costurera, y del hijo de la costurera, y de la otra, ellos creen que no vi a la otra pero la vi, la que tal vez sea mi madre, dándole cuerda al gramófono)

y tropezó con un canal de riego, y cayó, y se levantó, y volvió a correr,

(y yo a él No te vayas, dado que me había habituado a su silencio, dado que me había habituado a tenerlo, a que le gustara, en el banco del nogal, dado que acaso me gustaba, Ana, pese a que le impedía que me acariciase)

y se levantó unos centímetros, con su sombrero tirolés, encima de las cebollas, del trébol, del apio, de las patatas, y yo Quédate, y mi tía, paseándose entre los llorones, Jaras, y apestaba a pescado y las gaviotas iban y venían de la plaza hacia el mar y del mar hacia la plaza,

(y yo que le pedía Bésame, y yo que lo invitaba Tócame, estoy aquí, tócame)

y se elevó más, y comenzó a subir, y traspasó la copa de la acacia, y yo me acordaba del snack-bar, me acordaba de las infusiones de limón contra la gripe, me acordaba de la sonrisa, me acordaba sobre todo de la sonrisa, No me dejes, háblame de Ericeira, háblame de Benfica, háblame, abrazado a mí, de cómo era tu vida antes de conocerme, y mi padre y mi abuelo en las tomateras husmeando milanos, y mi abuela que freía pescado en la cocina, y mi tía en busca de sí misma en las dunas,

(Jaras)

y él se distanció del árbol y continuó subiendo, ya apenas distinguía sus facciones, ya apenas distinguía su sombrero tirolés, ya apenas distinguía su gabardina, la sirena se callaba y recomenzaba y él era una gotita encima del pueblo, encima de Esposende que detesto, detesto Esposende, Vuelve, yo pedí Vuelve, Ana, pedí Vuelve, no me molesta que os burléis de mí, Vuelve, conversa conmigo, vuelve, prometo que no volverás a sentarte en el banco de piedra de la parte trasera, acuclillado entre el centelleo de las coles, perdona,

y en esto mi abuelo lo señaló con el dedo, Mira uno allá que se escapa, Domingos, mi padre levantó la escopeta, todo se detuvo con el estampido, las hortalizas, la acacia, las gallinas, los edificios de la plaza, las gaviotas, y yo entré muy deprisa a casa para no verlo desplomarse, sangrando, en el huerto…

El orden natural de las cosas – António Lobo Antunes

Cita
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Elección

Caminar con vos bajo un cielo indeciso, bipolar, gris manchado de azul que derrama sudor frío sobre nosotros; charlar, recorrer las calles angostas “como de pueblo” decís; visitar los recuerdos de una época en la que la timidez se ocultaba en el ginebra y la noche se convertía en un pacto de lujuria disimulada. Discutir la vida sobre el asfalto, ver pasar las casas adornadas con espectros y arañas gigantes en sus balcones; olvidar el mundo, apoderarnos del tiempo abrazados por la fría brisa de octubre. Ambos deseamos al unísono el pitazo de un vicio abandonado, no olvidado, añoramos el gusto amargo del tabaco en nuestras narices al salir el humo.

Caminar con vos por una calle de barrio, disfrutar tu perfil, observar tu boca colorada realizar acrobacias sobre tu mentón; analizar los cambios en tu expresión, haciendo conjeturas de lo que se gesta y muere constantemente en tus pensamientos; ver tus ojos invocando felicidad más allá de las montañas, donde el azul se tiñe de un rosa apenas perceptible que identificas fácilmente como a cualquier color engañoso que se cruce en tu mirada.

Alguna vez me dijiste que quizás caminaríamos separados, viéndonos a la distancia, buscándonos en la ilusión. No quiero eso; prefiero estirar el camino en tu compañía, alejar el destino de nuestros pies así como se aleja la eternidad en el tiempo cuando nos vamos juntos por la ciudad y charlamos de nosotros, de lo que nos importa.

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… mientras un beso alcanza al espejo

No puedo vivir sin ti, cariño
sí podría, pero es una opción que prefiero desechar
¿sabes por qué?
porque eres especial, muy especial
Esperarme por horas horas horas
darme ese regalo que consideras único,
un trabajo artesanal,
producto de trasnochar
una obra maravillosa que irá a parar a un desván
(como mucho)
Un obsequio que me da felicidad por cinco minutos,
porque, bueno, debo ir a hacer lo mío
tú me entiendes ¿verdad?
Me entiendes, claro que sí
porque conoces mi mundo
(eso es lo que crees)
sabes lo atareado que puede llegar a ser
estoy aquí, luego debo ir allí,
firmar contratos por docenas
viajar por todo el mundo y sufrir el terrible jet lag
Tú me comprendes y sabes cómo soy,
pero no te importa
Te lo repito, cariño
eres especial
como tantos otros que se desviven por hablarme, escucharme
por tocarme
y te necesito (no)
no es a ti realmente
a tu atención,
estar siempre en tu mente
es una droga que me atrapa;
así no te conozca, y te confieso:
no me interesa hacerlo,
porque no estás a mi altura
No sé si eres hombre o mujer
no me preocuparé en averiguarlo
Nunca lo haré
De ti sólo me interesa el fanatismo que me profesas
eso que llega a ser enfermizo,
qué más da
lo importante es que compartimos la misma obsesión:
el amor por mí.
Sueñas con estar conmigo, con ser yo;
no despiertes, es mejor para ambos, porque
tú vives de ese sueño
mientras yo lo vivo a diario,
y los dos estamos bien así.
No me olvides.

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veleta [12.11.2012.1838]

Soy una veleta que pasea quieta
por la orilla del mar.


No conocía norte o sur este u oeste,
estaba ajena a cualquier punto cardinal.


Eres un suspiro cósmico,
un abrazo de rocío
que hizo de mi mundo una pirueta.


Recorriste mis entrañas, me rozaste en la mañana
y me susurraste sal.


Y en ella encontré historias de marinos, de sirenas y ballenas
gimiendo dichas y penas.


La sal de tus recuerdos.


de tus caricias
que por primera vez me hicieron vibrar.


Luego te fuiste y quedé girando sola,
con diamantes salinos asidos a mis aspas.


Los diamantes de tu memoria,
que me fueron corroyendo desde el centro hasta mis puntas;
porque después de ti nada más me hizo rotar.


Estoy añorando una caricia costera,
entre un cielo de narvales y un océano de tesoros astrales
antes de que me termine de averiar.


Te sigo esperando
para que remuevas los recuerdos que me maltratan
y me hagas dar vueltas una vez más.

Stuart D. Elwy.
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